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I
Si quieres, nos perdemos
en el miedo genial de la verdina
ensayamos un grito que valga más que un hombre,
un grito planetario que angelice
al arado y al mulo mientras aran,
un grito donde vemos
marginales milagros monstruosos.
Si quieres, nos ponemos
recién hechas las manos
hundiéndolas en barro muy pisado
o echamos vida vieja a los caminos
o asustamos al pájaro y al agua
quedándonos callados como arena.
Si quieres ... , pero mira
cómo llega a la sangre
el demonio del campo
con su saco de fiebre de pámpanos y espigas,
escucha cómo llega el beso por el viento,
repara en cómo tuerce las palabras
y qué peso de labio tiene el aire.
¿No sientes en la boca
la encendida cabriola de un potro violeta?
Escucha el son de duende por la hierba...
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