Antonio Román

 


  Paseo de la palmera

 

Entre el parque y el río
hay perfume de espumas por el aire.

Cádiz se enreda presentida
en el compás de las palmeras altas
y el corazón nos late por los ojos
en playeros acechos
a morenas muchachas nadadoras.

¡Qué atlántica Sevilla por aquí,
soñadora de ser más que su río,
agua, por fin, que en nada desemboca,
mar que se basta y movimiento
dentro de sí,
libre de caminos!

¡Qué astillero de sueños por la tarde,
rumbo al aljibe
de coplas y mugidos
de aquel moruno oasis verdiblanco
que se llamaba Venta de Antequera,
cuajarón de la sangre de la feria
destacado en el campo
como un preparativo de nostalgia!

Sopla un levante gaditano
por la costa invernal de los recuerdos
y se llena de arena la mirada
y se llora lo mismo que de niño
cuando la sangre iba como a Dios,
hace ya treinta años,
a mirarle la cara
nada menos que al mar,
por vez primera,
fuera del mapa,
susto poderoso
como esa gran pregunta que es la vida
un poco más allá de los diez años.

 
José María Requena - (Gracia pensativa)