Artículos de Prensa
Una selección de escritos de prensa publicados a lo largo de su vida

Poesías y otros textos

Poemas y otros textos sueltos, algunos inéditos

Conferencias
Facultad de Filología de Sevilla, Abril de 1997

Pregones
Pregón de la Semana Santa de Carmona 1952 y la Feria del Libro de Sevilla 1993
  Pregón de la Semana Santa de Carmona 1952
  Pregón de la Feria del Libro de Sevilla 1993

El alma de José María Requena
Breve colección de textos de José María Requena sobre Carmona

Vida y obra de José María Requena
El estudio de investigación más amplio realizado sobre la vida y obra de Requena, escrito por el Dr. Ángel Acosta Romero, Profesor Titular de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Sevilla.




PREGONES: SEMANA SANTA DE CARMONA

El Pregón de la Semana Santa carmonense, de 1952, es otro de los textos narrativos de Requena reunidos en el libro "El alma de José María Requena". El escritor, con tan sólo veintisiete años de edad, es el segundo pregonero de la Semana Santa de Carmona, tras la designación, el año anterior, de Alfonso de Cossío.




Pregón de la Semana Santa de Carmona 1956


Dignísimas autoridades... queridos paisanos todos:

Por desgracia no soy orador, aunque eso sí, quisiera serlo, para complacer hasta el máximo a todos los aquí reunidos, y también para poder expresarle a mi amigo Pedro Valverde todo el agradecimiento que me invade por los cariñosos pero inmerecidos elogios con que me ha presentado y, sobre todo, por esas lágrimas emocionadas que me ha hecho derramar con su oratoria cálida, sentida y magistral.

Para pregonar por primera vez las excelencias divinas y humanas de la Semana Santa carmonense, fue escogida acertadísimamente, la recia personalidad literaria y universitaria del Ilmo. Sr. D. Alfonso de Cossío... Para resumir en pocas palabras el gran triunfo que D. Alfonso cosechó en el corazón de Carmona, podemos decir sin exagerar que Carmona, antes de oírle, esperaba en él al Pregonero Catedrático, pero que después de escucharle reconoció y aplaudió en D. Alfonso a todo un catedrático de pregoneros, porque con su palabra llevó hasta cada alma carmonense toda la emoción y toda la poesía que encierra nuestra Semana Mayor.

Para segundo pregonero ha sido designado, aún en contra de su particular opinión, este hijo de Carmona a quien tantas cualidades y virtudes le faltan y tantos defectos le sobran.

Yo os ruego desde lo más hondo de mi corazón, sin alardes de falsa modestia, que no esperéis de este segundo pregonero lo que con tanta brillantez supo daros el anterior, así como que vayáis preparando vuestra benevolencia para estas cuantas cuartillas sobre las que un paisano vuestro ha plasmado, a falta de otros méritos, todo su cariño y todo su amor por este bello trozo de mundo donde hemos tenido la suerte de nacer.

Todos nos hemos preguntado alguna vez por qué la Semana Santa de Andalucía es la primera Semana Santa del mundo; por qué esa evocación de martirios y amarguras de la Redención encuentra su mejor marco en la esplendorosa primavera andaluza, que es la primavera más primaveral de la Tierra... En principio, parece hasta contrario a la lógica humana el hecho de que la angustiosa silueta de la Cruz alcance en nuestros espacios luminosos y alegres las más altas cimas del conmover y del emocionar... Lo cierto es que la sangre de los Crucificados es sangre fresca y reciente bajo nuestro cielo y que las lágrimas de nuestras Vírgenes vienen a ser más reales, más ardorosas, más recién lloradas, más como son o como eran las lágrimas de nuestras madres propias... para explicar este prodigio no sirven las razones frías ni las lógicas sin corazón. El secreto de la supremacía cofradiera de nuestra región es como una hiedra que se enreda y trepa por las cuatro letras de una palabra divina y humana: AMOR... Amor que rebosa hasta hacerse pasión, esto es, hasta hacerse entrega sin reparos; hasta hacerse contraste de muerte y de salvación; hasta que el amor se convierte en rosal espinoso y florecido a la vez... Amor de Redentor...

Para patria de su sacrificio escogió el Señor a Palestina, tierra niña, sin pesadumbres de nieblas, siempre en primavera... La escogió así de sonriente para escenario de su santa Tragedia, como diciéndonos con ello que su fin es el principio del más infinito de los júbilos, y que su muerte no dejaría a sus espaldas los apagados tonos del luto, sino las encendidas alegrías de una Primavera ansiada. Una hermosa Primavera de perdones divinos floreció en la clara y bella primavera israelita, tan idéntica a nuestra primavera andaluza. Niña es Palestina por los azules limpios de su cielo, por su sol y por sus campos, y niña es también Andalucía, por su cielo, por su sol y por sus campos. Porque esta segunda Palestina que es Andalucía, es, en la familia de regiones españolas, la niña de la Casa Patria: la que mejor sabe sonreír, la que mejor sabe soñar, la que mejor sabe llorar... Por eso en ella palpitan los corazones de sus Dolorosas y duelen las llagas del Señor... Por eso y no por el oro y la plata de sus pasos, es la Semana Santa andaluza la primera del mundo...

En el corazón mismo de Andalucía hemos nacido por la gracia de Dios. Desde Sevilla –la capitana general de Semanas Santas– hasta la Carmona encalada como un caserío de buen cortijo, no hay más distancia que la ocupada por un ancho huerto de olivos... ¡Olivos!... los árboles más del Señor, son también los árboles más de Carmona... Entre ramas de olivo triunfa Jesús en Jerusalén, y entre atormentados troncos de olivos bebe el cáliz de la amargura. Carmona es así de evangélica; Carmona es así: tan Jerusalén. Los caminos del Evangelio son caminos rubios –caminos rubios de espigas maduras– y las parábolas del Señor enseñan con semillas y siegas como las nuestras, con siembras y cosechas como las nuestras; hablan de nuestra vega misma; de sus cortijos y de sus surcos... Hablan de hombres como los nuestros; de jornaleros y de patronos... Los pozos en que bebe el Señor son pozos de brocales blancos, como los de Carmona y la flor que mejor simboliza la paradoja bendita de la Pasión, es la flor más exclusiva de nuestros patios: el clavel... El rojo clavel que es perfume de amor sin dejar de ser color de sangre.

Siendo así Carmona, campo cristiano y blancura de Jerusalén, no es extraño que sus hijos de ayer y de hoy, con entusiasmos de siglos y devociones de cada día, se hayan esforzado en lograr tanta magnificencia en la reproducción viva de la divina Pasión. Carmona es cofradiera por razón natural; Carmona es cuna de «capillitas» por vocación y hasta por obligación. A privilegios azules del cielo, corresponden los hombres con los ojos vueltos al cielo... Por esta razón, el carmonense no dice nunca «ya se siente llegar la primavera»; el hijo de Carmona dice siempre: «Ya se huele a Semana Santa». En esta expresión entran cirios encendidos, cornetas y tambores, inciensos y saetas... En ese decir «ya se huele a Semana Santa», se impone toda la necesidad que Carmona siente por ver en sus calles y por entre sus balcones la Gran Verdad en carne viva y a la bendita Madre de las madres, coronada, por llanto y por dolor, como Reina de las madres que sufren.

* * *

«Capillita» de Carmona: «capillita» que sale y «capillita» que no verá imágenes suyas bajo el próximo cielo abrileño... «Capillita» de Carmona, salgas o no salgas: a ti te dedico lo poco que vale mi Pregón, porque tú eres costalero de todo el año; porque tú, «capillita», vienes a ser capataz responsable y atento de toda una cofradía a través de las muchas esquinas y estrecheces de cada año y de cada día; para ti, corazón de fe con dos altares, el agradecimiento de la Carmona Cristiana.

Al hablar de los «capillitas» carmonenses, no quiero dejar de nombrar a dos de ellos, dos paisanos nuestros, que, al sentir la vocación de escultores, se decidieron por los gloriosos motivos de la divina Pasión, para hacerlos temas señeros de su arte: Eslava y Buiza... Eslava es dueño artístico de la Quinta Angustia –suyas son todas las imágenes de esta cofradía– así como también algunas de las figuras de las hermandades de la Esperanza y Expiración... Buiza, el más joven de ellos, no halló todavía un hueco en las necesidades imagineras de Carmona, aunque creemos que él deseará ardientemente inmortalizarse en ella con la misma maestría con que lo hizo ya su hermano de arte y vocación... Lo cierto es, que estos dos hijos de Carmona, con su trabajo de manos en delirio de fervor, han elevado a nuestra patria chica a la categoría privilegiada de Madre de Imagineros... Ellos dos encarnan prodigiosamente el gesto de todo capillita entusiasta, cuando volviéndose hacia sus pasos dice en un susurro que nos trasciende del capuz: «Ése es mi Señor»... «Esa es mi Dolorosa»... Yo estoy seguro de que Eslava y Buiza dirán: «ése es mi Señor» y «esa es mi Dolorosa», con lágrimas en los ojos y en la voz, porque realmente son imágenes suyas; porque las sacaron de sus venas cristianas con la ternura del incienso y con el arrebato bronco con que se sacan de los fondos del alma los crispados quejidos de una saeta...

Desde el Domingo de Ramos hasta el Sábado de Gloria, la Carmona labradora se recoge en sí misma, deja de mirar hacia su campo, y el campo viene hasta sus calles con el fervor soleado de sus camperos:


Gañanes –grises las ropas–
al pueblo van regresando
con mensajes en los ojos
de regadíos y secanos.

¡Ay, el campo de Carmona
qué solo se está quedando!
¡Qué solas sus gañanías
en un Domingo de Ramos!

La túnica, y el capuz,
cortijeros y hortelanos,
sobre cómodas humildes,
están limpios y planchados,
por unas manos, de madre
para un desfile cristiano
de mosquetones de cera
en vuestras manos con callos...


Madres de Carmona; madres nazarenas: ¿No es verdad que al planchar las túnicas y los capuces de vuestros hijos nazarenos, ponéis en vuestras planchas, junto al calor que les dio el fuego de la cocina, ese otro ardor tierno y sin igual de vuestro amor de madres? Madres de Carmona: yo sé que vosotras no dejáis que nadie arregle ese uniforme serio que vuestros hijos vestirán en el más humilde y glorioso de los desfiles, porque tampoco consentís que nadie prepare las maletas de vuestros hijos cuando los llama la Patria, y porque vuestras lágrimas se mezclan con el agua del «espurreo», lo mismo al planchar un kaki de soldado español que al planchar una túnica de soldado de Cristo.

* * *

Por fin llega el día de la salida... Del patio y de la huerta trajeron ya las flores mojadas todavía de rocío... Flores blancas; flores moradas; flores granates... Todas las flores son buenas, porque todas las flores tienen o color de pureza o color de dolor...

Para manejar flores que se aparten y miren los hombres; para tocar las flores de la Cofradía, vengan esas manos de mujeres capillitas, sabias en bordados y encajes... Que ningún hombre se atreva a decir «esta flor aquí» o «esta flor allí»... Dejadlas a ellas que repartan flores, porque sus manos, cuando cogen una flor, más que cogerla la acarician, y al colocarla, más que colocarla en un paso, la ofrecen con rito y recogimiento de oración.

* * *

Se reparten los cirios y los cargos... El capataz (timonel de pasos) da las últimas órdenes a sus costaleros... iCostaleros!... ¡Cirineos de la Semana Santa! ¡Nazarenos desconocidos bajo el amplio capuz de los faldones!: Que vuestra mejor ganancia sea la de saber rezar en medio de cansancios y sudores, y que vuestro orgullo no se caiga al suelo por escasa que sea la paga; porque vuestro mejor sueldo debe ser el de sentiros portadores de fervores y devociones de Carmona...


¡Bendito sea el costalero
que va mirando al Señor
no con ojos de la cara,
con ojos del corazón!

Costalero de Carmona,
penitente del sudor,
abanderado de llantos
y sótano del dolor:

Por las calles de tu pueblo,
bajo pesos de Pasión,
vas pensando en las estrellas
con añoranzas de sol.


El pueblo de Carmona, apiñado en la plazuela, espera ansioso... La plazuela puede ser la blanca de San Felipe o la recatada y seria del Salvador; campera y espléndida como la de Santiago o histórica y empinada como la de San Blas; levantada con mucho de púlpito –lonja de San Bartolomé– o recogida al amparo de una torre espigada –lonja de San Pedro–. Todas nuestras Hermandades tienen anchuras de plazas o lonjas para las amplias vibraciones de sus salidas, y para que sobre la emoción de la Carmona Cristiana no falten grandes jirones de cielo ni brillantes guirnaldas de estrellas.


* * *


Se enciende la cera con temblores de emoción ilusionada... El monago quema su primer puñado de incienso, y se abren las puertas de la Casa de Dios. El pueblo de Dios guarda silencio; es éste un silencio ordenado por ese sargento que llevamos dentro; ese sargento a quien nunca desobedecemos, porque nunca se equivoca: el corazón... Es el corazón de cada cual el que impone ese silencio sentido y sincero; ese silencio en el que pueden oírse pasos de «nubes y palpitaciones de estrellas».

El rechinar de los goznes grandes de las puertas adquiere significaciones de manos clavadas en la Cruz, y la Cruz de Guía, limpia, escueta y sencilla, anuncia a otra Cruz complicada por llagas y estertores, donde queda injertada la muerte humana del mismo Dios. En la oscuridad del templo –¡qué oscuro es nuestro olvido!– estallan las pocas luces que acompañan al Señor... El paso... Ya está ahí el paso... Sí, carmonense; sí, paisano mío... Ya está ahí el paso... Un paso sobre el que nos llega la resignación flagelada del Jesús de la Columna o la ruta salpicada de lirios y caídas con una Cruz a cuestas; un paso de Señor crucificado, de Señor ofrecido a todos los vientos, o un paso de Señor que desciende de la Cruz, entre fuerzas apostólicas y piedades marianas... Un paso... Un roce de Dios, un ardor divino que enciende hogueras sobre la nieve de nuestras almas... Un paso de Señor o un paso de Virgen a punto de salir...

«¡Un poquito más!...» «iQuieto! ¡Quieto!...» «Un poco al frente, con mucho cuidaíto...» «¡¡¡Arriba!!!» Este arriba del capataz; este arriba que sobrecoge y desgarra; este arriba que pone de rodillas al Himno Nacional, es un arriba a nuestros espíritus, un arriba a la Patria y un arriba a Carmona entera...

Siempre se ha dicho que para pedirle heroísmo a un español, basta y sobra con una bandera española y una banda de música. También puede añadirse que para que ese mismo español se estremezca de cristianismo y de fe, basta y sobra con ponerle en una plazuela española cuando un paso de Pasión se alza de pronto en la puerta de una iglesia, entre nubes de incienso y a los compases gloriosos de nuestra españolísima Marcha Real...

Así es España; pueblo de corazones que saben sentir más y mejor por junto que por separado... Así es la España que cantó Ricardo León:


¡Nada valdrá contra la España eterna
que es decir la cristiana y española;
Cristo es su Rey; su capitán, Loyola,
y es el pueblo de Dios quien la gobierna.

Así es la España del Dos de Mayo, así es la España Nazarena; así es el español de valiente y patriota, y así es de cristiano. Así es España y así es también Carmona, por cristiana y por española.

* * *

Por no dañar los amores propios de cada itinerario con las preferencias de mi opinión, quiero prescindir de rincones y calles por donde nuestras Hermandades alcanzan su máximo de belleza cofradiera. Porque he nacido en Carmona y vivo en una de sus calles, no quiero mencionar a ninguna de ellas ni a ninguna de sus esquinas, porque creo que una de las virtudes más esenciales de todo pregón de Semana Santa debe ser la de llevar hasta los oídos y hasta las almas un mensaje de hermandad y una llamada para hacernos ver que estamos, bajo el cielo, unidos con los lazos de unos mismos recuerdos, con las lágrimas de una misma emoción, y con la esperanza de unos mismos destinos celestiales. Sólo quiero mencionar tres nombres carmonenses a carta cabal; tres nombres de todas las túnicas y de todas las Imágenes: Santa María, la Puerta de Sevilla y el Angostillo; tres lugares de Carmona muy de todos los carmonenses: los tres nudos en que se unen nuestra vida diaria, nuestra historia y nuestro más allá de la vida y de la muerte.

* * *

¡Santa María!... Decir en Carmona Santa María, es decir Carmona hecha devoción y nobleza; es un acordarse de los lacitos de cada Septiembre y un venirse de pronto a los labios la Salve a nuestra Patrona. Decir Santa María en Carmona, ya lo sabéis como yo, es decir la Virgen de Gracia, con su rostro de Madre Niña resignado a su privilegiado porvenir de Dolorosa...


¡Cerca de Santa María
las casas están rezando
un rosario de portales;
avemarías en los patios,
padrenuestros de zaguanes
y glorias en los tejados.

¡Barrio de Santa María!:
andaluz y castellano...
Castellano por sus piedras,
de un pardo tan toledano;
andaluz por su blancura,
y por sus conventos, santo...

Imágenes y nazarenos llegan a nuestra Prioral desde los cuatro costados de Carmona. Bajo sus altas bóvedas y entre sus robustas columnas, la sombra perfumada por siglos de cristianas gestas, exigen recogimiento a nuestros ojos y oraciones a nuestros labios... El templo de Santa María en los momentos de estación obligatoria es recordatorio de penitencia para el carmonense nazareno vestido de luto, de dolor y de espina.

Lástima que dada la estrechura de los arcos del Patio de los Naranjos, no puedan atravesarlo nuestros pasos: porque el Patio de los Naranjos de Santa María tiene la misma hechura, la misma medida y el mismo alegre estilo que muchos de los patios de Carmona, y sería maravilloso contemplar Cristos y Vírgenes rozando con sus cruces y con sus palios la promesa blanca de los azahares, avanzando por un camino abierto entre macetas florecidas.

Por fortuna, los azahares y las flores de nuestro bendito Patio de los Naranjos, trasciende en perfume hasta las mismas naves de Santa María, como si quisieran con ello que ninguna procesión de nuestra Semana Santa echara de menos en la Casa de Dios el milagro de una primavera que canta glorias al Señor en los balcones y reza florecida y como hincada de rodillas en las ventanas bajas de nuestras calles encaladas y estrechas.

Para cada cofradía que llega a nuestra Prioral, tiene nuestra Prioral esa mezcla de seriedad y de sonrisa, de oscuridad y de perfume, padecimientos de madre que sufre sin querer que sufran sus hijos...

¡Virgen de Gracia!: Mira... El Niño coronado que en tus brazos sonríe, se ha hecho ya Hombre, coronado de espinas... Mírate Tú misma, ¡Patrona de Carmona!: Tu sonrisa antigua, tu sonrisa de ermita de vega, se ha mojado en llantos y está rota entre tus manos de Dolorosa...

* * *

¡Puerta de Sevilla! ¡Ventana ancha por donde la Carmona añeja se da la mano y el alma con la ciudad de la Giralda!... ¡Puerta de Sevilla!: Prólogo de nuestro abolengo, antesala de reyes hispánicos; puente entre la Carmona de ayer y la Carmona de mañana; arquitectura mora predestinada para cristiana...: Tú, Puerta de Sevilla, templo de tránsito con cúpula de cielos, eres joyero para los valores divinos y humanos de nuestra Semana Santa...


En la Puerta de Sevilla,
cuando el Señor va llegando,
las piedras se vuelven oro
y los arcos relicarios...

Nuestra Puerta de Sevilla
para la Virgen del llanto,
pone caricias de Historia
sobre el temblor de sus palios...

Saetas de los camperos
germinan en sus dos arcos
y al mismo tiempo se mezclan
con flores de un mismo paso...

¡Puerta de Sevilla!: Resonancias de amarguras de Pasión... Tú eres hoja perenne en el libro de nuestras memorias cofradieras, por lo mismo que eres paso obligado de carmonenses y extraños, girocho resto de pasadas glorias y testimonio monumental de siglos caballerescos y cristianos...

* * *

¡El Angostillo! Cintura estrecha de la guitarra amplia que forma nuestro caserío... ¡El Angostillo!... Adoquinado y sin surcos, pero campero y carmonense de pies a cabeza, por su «palique» de labranzas y jornales, de lluvias y sequías, de trato y de «copeo»... Tenía que ser aquí, en el Angostillo del riego y del secano, donde más numerosas y sentidas se dieran las saetas de Carmona... Saetas bien cantadas y saetas mal cantadas... Saetas con sus «gallos» y saetas con sus «canarios flautas»... Saetas de «cantaor» y saetas de «afisionao», pero saetas todas, y plegarias todas ellas... La saeta bien dicha, la bien entonada, nos embarca en un grito de seda para navegar en penas, para atravesar oleajes de sangres divinas y para salpicarnos por dentro con las lágrimas de la Madre de nuestras madres... La saeta bien cantada es balanza en su fiel, balanza en equilibrio: en un platillo el quejido, y en el otro, música, armonía, «cante bien dicho»... Pero la saeta mal cantada, esa, es la saeta que todos llevamos dentro... Esa saeta «sin idea» es la que nosotros, cobardes ante el qué dirán, no nos atrevemos a cantar, cuando se nos abrillantan los ojos delante de una figura llagada o llorosa...

Siempre que escucho una saeta en el Angostillo me acuerdo de El Camparito el Aguador... Todo el año iba con su carrillo de diez cántaros, achuchando al cansado borrico por la empinada cuesta de la fuente.

Era el Comparito un saetero de todos los años... Hasta que la muerte le trajo reposos al paisano viejo, no hubo Semana Santa de su pueblo sin saetas suyas... Las últimas que cantó fueron aquellas saetas de poca voz, que el viejo canoso rezaba más que cantaba. El Comparito, a última hora, no necesitaba paradas de paso, porque él no se conformaba ni con una, ni con diez, ni con cien saetas. Achacoso y vencido, lo contemplo así en mi memoria de niño; con su pasito corto de costalero, con su pasito de paso, con su rosario de saetas y con aquel dedicar últimos vigores al Calvario del Martirio y a las lágrimas sin consuelo. Todos los que le conocieron, cuando suena la primera saeta en el Angostillo, pensarán en aquel saetero que murió ya... ¡Saetas del Comparito!... Las iba cantando sin dejar de andar, apagada su voz por música y tambores, cuando no echada a un lado su garganta vieja por otra garganta nueva de saetero joven...

Saetas del Angostillo: para vosotras tiene Carmona silencios de templo, porque Carmona sabe que sois cante «jondo» que grita oraciones altas, y subidos fervores que cantan con una fe «jonda».

Carmonense del campo: no te guardes por dentro tu saeta; grítala sin miedo, con la voz que puedas, porque Carmona sabe que tú la has traído en las «quincanas del alma» después de ensayarla mil veces en las tardes del olivar, en las cercanías de una noria hortelana o en las noches sudadas de una gañanía...

Queridos paisanos: a quien os pregunte el por qué nuestra Semana Santa es emoción prodigiosa, podéis contestarle así: porque en esta tierra bendita la Divina Pasión se abre camino en nuestros corazones y en nuestras almas con colgaduras de cielos azules y bajo estrellados palios de noches hermosas; con nuestros alrededores y con nuestros patios; con nuestra historia y con nuestras flores; con nuestras mismas penas y con nuestras mismas lágrimas... Ante los pasos de nuestras cofradías somos los hijos más hijos y las madres son todavía más madres...

Hace algunos años, cerca de la Torre de San Pedro, se detuvo un paso de Señor, dando cara a un balcón... En ese balcón estaba arrodillada una mujer; una madre, enferma de muchos años...

Uno de los nazarenos mojó su capuz con un torrente de lágrimas de hijo. Aquellas lágrimas eran lágrimas de hijo, sí; pero unas lágrimas de hijo brotadas en un espacio de Semana Santa carmonense, en presencia del Señor, y teniendo a la espalda, atravesando nuestra Puerta de Sevilla, entre inciensos, flores, luces y saetas, la impresionante congoja de una Madre Dolorosa...

Yo os aseguro que en ninguna otra ocasión son mis lágrimas más distintas a mis demás lágrimas que cuando paso de nazareno bajo aquel balcón, donde ya no está mi madre...

No está allí... No está... Pero yo la veo... Sí...Yo la veo como entonces, arrodillada, rezándole y rogándole al Señor por mí...

He dicho.



Marzo de 2011

Carmona a vuela pluma
La Delegación de Cultura del Exmo Ayuntamiento de Carmona, Olavide en Carmona y Servilia Ediciones, presentaron en el Parador Nacional de Carmona el libro: "Carmona a vuela pluma. Antología de escritos carmonenses. José Maria Requena". Antonio Montero Alcaide, editor de la obra, junto a Juan María Jaén Ávila, hicieron una semblanza de los textos recopilados y la biografía del autor. ampliar>>

Junio de 2010

Pintura y poesía
Entre el 4 y 20 de junio se expone en la Biblioteca Pública Municipal de Carmona una muestra de pintura a cargo de alumnos del Aula de Pintura de Carmona, que bajo dirección de la profesora Dña. Manuela Bascón han realizado una serie de cuadros inspirados en poemas de José María Requena. ampliar>>

Enero de 2010

Memorias del periodismo sevillano
Con motivo del primer centenario de la Asociación de la Prensa de Sevilla, se presentó la obra "Periodistas de Sevilla (Retratos de autores de dos siglos)", editada por Mª José Sánchez-Apellániz, y que recoje un homenaje a las personalidades más destacadas del periodismo hispalense en los últimos dos siglos. ampliar>>

Julio de 2008

Décimo aniversario
El 13 de julio de 2008 se cumplen diez años de la muerte de José María Requena. El escritor sevillano Antonio Montero Alcaide homenajea su memoria en un artículo en ABC de Sevilla. ampliar>>

Noviembre de 2002

Publicada la obra completa
Editada por el Ayuntamiento de Carmona, ya está disponible el tercer y último tomo de las obras completas de José María Requena. Se trata de un total de tres volúmenes que recogen toda su producción poética, novelística, ensayística y de narrativa breve, además de una selección de artículos de prensa y diversos textos. Para más detalles: archivo@carmona.org
Teléfono: 954191458


Antonio Petit Caro
Reivindicación de José Mª Requena en el cincuenta aniversario de la muerte de Juan Belmonte
"Ahora que se conmemora con los honores que le son debidos a su memoria los 50 años de la muerte de Juan Belmonte, es momento para reivindicar la autoría de la primicia periodística de aquella luctuosa noticia. Y es que fue el escritor, poeta y periodista sevillano José María Requena quien primero lanzó al mundo la versión completa de lo que no fue sino una tragedia en "Gómez Cardeña"...." ampliar>>

Manuel Losada Villasante
En recuerdo de José M. Requena
"Compartí con José María Requena -hombre de pueblo entrañado con el campo- momentos inolvidables a lo largo de la infancia, juventud y edad madura, y me sentí muy unido a él humana y espiritualmente..." ampliar>>

Enrique Montiel
José M. Requena, una teoría de Andalucía
"Y es que resulta en extremo difícil desproveer la narrativa de Requena, tan pulcra y bien hecha, de lo sociológico, de lo político, de lo histórico..." ampliar>>

 

 

 

 
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